Gloria Sánchez (Universidad Autónoma)

Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas de Gran Canaria. Desde las cumbres nevadas del Teide hasta las dunas doradas de Maspalomas, el archipiélago canario despliega un mosaico de paisajes asombrosos y contrastes culturales. Con ocho islas principales de origen volcánico situadas en el Atlántico, cerca de la costa noroeste de África, Canarias forma una comunidad autónoma española única y ultraperiférica de la Unión Europea. Históricamente conocidas como las Islas Afortunadas, han sido puente entre tres continentes –Europa, África y América– y atesoran una riqueza natural y cultural extraordinaria, al tiempo que enfrentan desafíos modernos en población, economía y desarrollo sostenible.

Naturaleza volcánica y biodiversidad única

El origen volcánico de Canarias se hace evidente en cada isla: Tenerife alberga el Teide, un gigante dormido de 3.718 metros que es el pico más alto de España, mientras que Lanzarote exhibe campos de lava en el Parque Nacional de Timanfaya y La Palma aún muestra las cicatrices humeantes del volcán Tajogaite, cuya erupción en 2021 –la más larga registrada en la isla– duró 85 días y causó daños valorados en unos 842 millones de euros. Aquella erupción, la primera gran crisis volcánica en Canarias en medio siglo, dejó una nueva fajana (delta de lava) sobre el mar palmero y recordó vívidamente la fuerza geológica que dio origen al archipiélago. Hoy, esa zona de La Palma empieza a protegerse como monumento natural emergido, símbolo de resiliencia y atractivo geológico.

La diversidad de microclimas que generan los relieves isleños –desde costas áridas y soleadas hasta bosques de niebla en las cumbres– propicia una sorprendente biodiversidad. Canarias cuenta con cuatro parques nacionales (Teide, Timanfaya, Garajonay en La Gomera y Caldera de Taburiente en La Palma) y todas sus islas poseen reservas de la biosfera reconocidas por la UNESCO. Laurisilvas prehistóricas sobreviven en las cumbres de Anaga (Tenerife) y Garajonay, mientras dragos milenarios y acantilados de vértigo conforman postales naturales. La riqueza paisajística va desde las playas interminables de Fuerteventura –paraíso del windsurf– hasta los valles verdes de La Gomera surcados por senderos y ecos de silbos (el silbo gomero, lenguaje silbado ancestral, hoy Patrimonio Cultural Inmaterial). Esta pluralidad natural, junto al amable clima subtropical estable todo el año, ha hecho de Canarias un destino turístico de primer orden: en 2024 recibió cerca de 18 millones de visitantes, consolidándose como la región líder en turismo tanto en España como en Europa por número de pernoctaciones.

Historia, población y legado cultural

Habitadas originalmente por los guanches y otros pueblos bereberes hace más de dos milenios, las islas desarrollaron culturas autóctonas aisladas hasta la llegada europea. En el siglo XV, la Corona de Castilla culminó la conquista de Canarias, incorporando el territorio a lo que sería España e iniciando un mestizaje cultural. Vestigios de aquellos primeros canarios perviven en yacimientos arqueológicos y tradiciones, como las pintaderas (sellos de arcilla) o prácticas pastoriles como el salto del pastor. La huella colonial e histórica se aprecia en ciudades como La Laguna (Tenerife), cuyo centro histórico colonial es Patrimonio de la Humanidad, o en las fortificaciones antiguas de Las Palmas de Gran Canaria, fundada en 1478, que fue puerto clave para las rutas a América. Cristóbal Colón hizo escala en Gran Canaria y La Gomera en 1492 camino al Nuevo Mundo, subrayando el papel estratégico canario en la era de los descubrimientos.

Actualmente, el archipiélago suma unos 2,25 millones de habitantes, concentrados en las islas mayores, Tenerife (la más poblada, con cerca del 43% del total) y Gran Canaria (39%). Dos capitales comparten la vida institucional canaria: Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria, ciudades cosmopolitas que alternativamente albergan la presidencia autonómica. La población canaria es diversa y refleja tanto la movilidad interna española como la inmigración internacional: más del 22% de los habitantes nació fuera de España (principalmente en Venezuela, Cuba, Colombia, Italia y Marruecos, entre otros), resultado de históricos lazos migratorios con Latinoamérica y de la atracción ejercida por las islas en décadas recientes. De hecho, solo en 2023 Canarias ganó más de 25.000 residentes nuevos, elevando el total censado a 2.238.754 personas al 1 de enero de 2024. Esta mezcla poblacional aporta un crisol cultural donde coexisten tradiciones locales –romerías, bailes folclóricos, la música del timple canario– con influencias venezolanas o africanas palpables en la gastronomía y la vida cotidiana. Cada isla además posee una identidad singular: desde el acento y vocabulario isleño (el canario, con giros heredados del español antiguo y americanismos) hasta celebraciones como los famosos Carnavales de Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas, que llenan las calles de color y alegría y rivalizan entre los más espectaculares del mundo.

Economía insular: entre el turismo y la diversificación

Tras décadas de transformación, la economía canaria se ha modernizado pero sigue apoyándose fuertemente en el sector servicios, especialmente el turismo, que representa alrededor de un tercio de su PIB y empleo. La recuperación del turismo tras la pandemia ha sido notable: 2023 marcó un récord histórico de visitantes y 2024 volvió a superarlo con unos 17,3 millones de turistas, un 7,9% más que el año anterior. Con su “combinación infalible de sol y playa” y atractivos naturales únicos, el archipiélago se consolidó como refugio invernal de europeos, especialmente británicos (6,3 millones en 2024) y alemanes, desplazando estacionalmente a otros destinos mediterráneos. Este aluvión turístico genera prosperidad –en 2024, Canarias incluso alcanzó las tarifas hoteleras más altas de España durante Navidad, superando a Madrid– y ha impulsado un crecimiento económico notable: el PIB canario creció 3,9% en 2023, alcanzando 54.240 millones de euros, un 15% por encima del nivel prepandemia. Este dinamismo, apoyado en el tirón del turismo, permitió enlazar once trimestres consecutivos de expansión económica hasta fines de 2023. Además, por primera vez, el número de ocupados superó el millón de personas en las islas, reduciendo la tasa de paro a niveles más manejables (en torno al 13-14%, aunque aún por encima de la media nacional).

No obstante, la dependencia del turismo plantea vulnerabilidades y debate público. La abrupta paralización por la COVID-19 (2020) evidenció los riesgos de tener “todos los huevos en la misma cesta” económica. Sectores tradicionales como la agricultura (banano, tomate, vino) han perdido peso pero siguen siendo vitales en ciertas islas; la pesca y la artesanía alimentan economías locales y el acervo cultural gastronómico (el plátano canario sigue siendo una de las exportaciones emblemáticas, al igual que los quesos isleños galardonados). También se impulsa la diversificación hacia áreas como la investigación científica y tecnológica: Canarias alberga potentes observatorios astrofísicos en Tenerife y La Palma –donde se ubica el Gran Telescopio Canarias, uno de los mayores del mundo– aprovechando sus cielos limpios, y se ha posicionado como base de plataformas oceánicas de investigación y proyectos de economía azul en el Atlántico. El puerto de Las Palmas y el de Santa Cruz sirven además de hubs logísticos entre Europa, África y América, contribuyendo a actividades comerciales y a un incipiente sector industrial ligado a la refinería, la reparación naval y las energías renovables.

Desafíos y avances hacia la sostenibilidad

El desarrollo sostenible se ha convertido en la consigna clave para el futuro de las islas. Como territorio fragmentado, frágil ecológicamente y altamente dependiente del exterior (en alimentos, energía y bienes de consumo), Canarias afronta singulares retos ambientales y sociales. El cambio climático agrava la escasez crónica de agua –muchas islas dependen de desaladoras y galerías subterráneas para abastecimiento–, aumenta el riesgo de desertificación en zonas bajas y la frecuencia de episodios meteorológicos extremos, como olas de calor o incendios forestales. A ello se suman las presiones de la intensa actividad turística y el crecimiento poblacional sobre un territorio limitado: consumo de suelo por urbanización, generación de residuos e impacto en ecosistemas endémicos. La riqueza natural, base del atractivo turístico, requiere protección activa: por ejemplo, se han establecido reservas marinas (como la del Archipiélago Chinijo en la costa de Lanzarote) y todas las islas cuentan con áreas naturales protegidas. Sin embargo, los problemas persisten, desde la contaminación plástica en el océano hasta la introducción de especies invasoras que amenazan la flora y fauna locales.

En los últimos años, la sociedad civil y las instituciones canarias han dado pasos firmes hacia la sostenibilidad. Un momento culminante ocurrió en abril de 2024, cuando más de 57.000 personas se manifestaron simultáneamente en todas las islas bajo el lema «Canarias tiene un límite». Aquellas protestas, de las más multitudinarias en la historia reciente insular, exigían repensar el modelo turístico de masas en favor de uno «más solidario, sostenible y justo», incluyendo una moratoria a nuevas camas turísticas, mejor cuidado de los espacios naturales y la implantación de una ecotasa turística. Los manifestantes también reclamaron regular la compra de viviendas por no residentes y potenciar la agricultura, ganadería y pesca locales para garantizar la soberanía alimentaria. Este clamor ciudadano refleja la creciente conciencia de que el modelo económico debe equilibrarse con la capacidad de carga de las islas. En respuesta, el nuevo gobierno regional ha abierto el debate sobre el reto demográfico y el control del crecimiento poblacional, e incluso plantea limitar la adquisición de viviendas por extranjeros o grandes inversores en zonas saturadas.

En el frente energético y climático, Canarias aspira a liderar la transición ecológica en territorios insulares. Proyectos emblemáticos marcan el camino: la pequeña isla de El Hierro ha logrado cubrir el 100% de su demanda eléctrica durante decenas de horas continuas gracias a su innovadora central hidroeólica Gorona del Viento, combinando energía eólica con bombeo de agua, y se acerca a ser la primera isla del mundo plenamente renovable. Otras islas amplían sus parques eólicos y fotovoltaicos –el viento y el sol abundan–, y se estudia el desarrollo de la energía undimotriz (olas) aprovechando el océano circundante. El objetivo es reducir la dependencia del petróleo (que todavía abastece la mayor parte de la energía y el transporte) y disminuir las emisiones de CO₂, alineándose con la Agenda Canaria 2030 de Desarrollo Sostenible. Asimismo, se fomenta un turismo más ecológico: iniciativas de certificación de hoteles sostenibles, promoción de rutas de naturaleza y astroturismo, control de accesos a enclaves sensibles como la cala de Masca (Tenerife) o la playa de Papagayo (Lanzarote), entre otras medidas, buscan mitigar el impacto de los millones de visitantes.

Canarias en el contexto español y atlántico

A 1.700 kilómetros de la península ibérica, Canarias ocupa un lugar especial en España: es la región más meridional y occidental del país, con una identidad forjada por su lejanía geográfica pero cercanía histórica. Disfruta de un régimen económico y fiscal especial (REF) que, por ejemplo, establece el Impuesto General Indirecto Canario (IGIC) en lugar del IVA y otros incentivos para compensar la insularidad. En el seno de la Unión Europea, Canarias es reconocida como Región Ultraperiférica (RUP), compartiendo estatus con territorios como Azores, Martinica o Guayana Francesa. Esto le permite recibir fondos específicos para desarrollo e integración, a la vez que adaptaciones normativas que atienden sus singularidades (en comercio, pesca, agricultura –el cultivo del plátano, por caso, recibe protección especial en la UE–). Las islas también se han convertido en un puesto avanzado de la frontera sur europea: en años recientes han visto aumentar la llegada de migrantes en pateras desde África, viviendo en 2023 su mayor crisis migratoria desde 2006 con la llegada de unos 36.000 migrantes irregulares por la ruta atlántica. Este fenómeno humanitario y geopolítico ha exigido esfuerzos de acogida y coordinación con el Estado y la UE, subrayando la posición de Canarias como encrucijada atlántica entre continentes, no solo para el turismo y el comercio, sino también en los flujos migratorios globales.

Pese a los desafíos, las Islas Canarias encaran el futuro con optimismo y determinación, apoyándose en su riqueza natural y cultural y en la capacidad de adaptación que han demostrado a lo largo de su historia. Son unas islas de contrastes: de playas cálidas y nieves invernales en el Teide, de tranquilidad rural en El Hierro y vida urbana vibrante en Las Palmas, de antiguas tradiciones guanches y modernas infraestructuras europeas. Esa dualidad es parte de su encanto. Como cantó una vez el célebre artista canario Néstor Álamo, “Flor de libertad, mi tierra canaria”, este archipiélago sigue floreciendo en libertad, buscando un equilibrio entre desarrollo y sostenibilidad. Canarias se presenta al mundo no solo como un destino turístico idílico, sino también como una sociedad dinámica y comprometida que apuesta por un porvenir donde el medio ambiente, la cultura y el bienestar de su gente vayan de la mano.

Fuentes: Las cifras y datos presentados provienen de estadísticas oficiales y noticias recientes de medios canarios y nacionales, incluyendo el Instituto Canario de Estadística, el Instituto Nacional de Estadística y reportes de prensa sobre economía, turismo y sostenibilidad en el archipiélago, así como referencias históricas y culturales recopiladas de bibliografía especializada y archivos de prensa local. Las iniciativas de sostenibilidad y eventos mencionados han sido documentados por medios como Canarias7 y elDiario.es, evidenciando el pulso actual de unas islas que combinan tradición y modernidad en su constante evolución.