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Amalia Carvia: masonería y emancipación de la mujer

Eduardo Montagut

Amalia Carvia Bernal (1861-1949) fue una mujer, sin lugar a dudas, excepcional, y hoy, a pesar de recientes esfuerzos, sigue siendo una desconocida para la mayoría del público. Gaditana de nacimiento fue una intensa y extensa periodista, maestra laica, pionera del sufragismo y de la lucha por la emancipación de la mujer, y, por fin, masona. Contamos para acercarnos a esta figura, que llegó a ser condecorada por la Segunda República y represaliada en la vejez por el franquismo, con distintos trabajos, que se pueden consultar en la red, y con la biografía de Manuel Almisas Albéndiz, ¡Paso a la mujer! Biografía de Amalia Carvia, Ed. Suroeste, El Puerto de Santa María, 2019.

Pues bien, nosotros queremos rescatar unas reflexiones masónicas de Amalia Carvia del verano de 1889 en relación con la emancipación de la mujer, a través de las páginas de la fundamental publicación librepensadora española que fue Las Dominicales del libre pensamiento. Las observaciones de Carvia vinculando emancipación femenina con la Masonería no dejan de tener interés, especialmente porque la presencia de las mujeres en la institución generó y genera polémica en la misma. Pero también nos interesan porque nuestra protagonista ahonda en la tesis defendida por algunos y algunas masones y masonas sobre el valor de la Masonería para constituirse como un factor importante en la emancipación de la mujer.

Amalia Carvia. Fuente Fototeca Histórica de Cádiz

El periódico reflexionaba en el número del 24 de agosto de 1889 sobre la emancipación de la mujer y la Masonería. Para el periódico una parte de las mujeres españolas habría recogido el ambiente que flotaba en los países civilizados favorable a la emancipación de las mismas. El siglo XIX, calificado por el periódico como el gran “siglo de la redención y justicia” no podía olvidarse de la condición de semiesclavitud que padecían las mujeres. Así pues, se percibiría una especie de toma de conciencia. Y buscando apoyos firmes y eficaces a sus legítimas pretensiones esas mujeres habían visto que en ninguna otra parte podían hallarlo como en la Masonería, porque hacía de “la justicia un sacro deber y del amparo á los débiles una religión”.

Reflejo de todo esto, estaría el discurso impreso que llegaba a la redacción del semanario, escrito por Amalia Carvia de la Logia Redención, del que se entresacaron algunos párrafos que el periódico estimó como significativos.

Amalia Carvia consideraba fundamental el “círculo más reducido” que era la familia, y, al parecer, “muy limitado”, pero que era donde irradiaba “la luz” que llenaba el mundo y donde como factor principal se encontraba la mujer. Para reformar ese elemento donde descansaban las sociedades era preciso levantar a la mujer de la postración en la que se hallaba, y a este trabajo, que consideraba sublime, estaba la Masonería llamada a hacerlo.

La mujer, en su opinión, debía buscar el amparo de la Masonería porque ostentaba los lemas de Libertad, Fraternidad e Igualdad. Allí debía acudir a pedir la libertad que necesitaba, la fraternidad que anhelaba, y la igualdad para restituirle su personalidad. La Masonería era compasiva y no sería sorda a esta demanda. Los masones no eran cenobitas que huían de la mujer como si fuera el mayor mal.

Carvia recordaba que llevaba dos años en Masonería, y ponía en el texto su propia experiencia. A pesar de que el trabajo no había sido tan fructífero como esperaba consideraba que había conseguido mucho. En primer lugar, había adquirido más fuerzas que las que tenía antes de su iniciación, y luego habría contribuido a que se viera como normal la presencia de la mujer en la logia, a la que algunos aún se mostraban reacios. La experiencia de Carvia habría sido positiva porque se había demostrado que las mujeres no causaban perjuicio en la logia, ni eran motivo de disturbios ni entorpecían la marcha de la Masonería. Por eso, las mujeres debían sostener sus esperanzas, estando convencida de que la “regeneración de la mujer” se encontraba en la Masonería.

Si la Iglesia habría tratado, en su opinión, a la mujer como el señor al esclavo, en cambio, la Masonería se inclinaba ante “la debilidad” de la mujer para ofrecerle su mano fuerte y poderosa con el fin de elevarla y redimirla. Sin lugar a dudas, Amalia Carvia fue una luchadora por los derechos de la mujer, aunque no fuera ajena al paternalismo con su propio sexo, y que compartía con buena parte de quienes, hombres y mujeres, lucharon hasta bien entrado el siglo XX por la emancipación de la mujer.


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