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El efecto Dunning-Kruger en la cultura actual

Rosa Amor del Olmo

¿Qué es el “síndrome del cuñado”?

El síndrome del cuñado es el nombre coloquial que se le da en España al efecto psicológico conocido como efecto Dunning-Kruger. Se trata de un sesgo cognitivo descrito por los psicólogos David Dunning y Justin Kruger en 1999, según el cual las personas con menos conocimientos o habilidades en un ámbito tienden a sobreestimar enormemente sus capacidades. En otras palabras, “cuanto menos sabemos de una cosa, más listo nos creemos”. Quienes padecen este efecto hablan con absoluta confianza y creen llevar siempre la razón – incluso por encima de quienes realmente son expertos – sin ser conscientes de su propia ignorancia. No es casual que algunos lo llamen también “efecto tertuliano”, en alusión a esos opinadores de tertulias televisivas que hablan de todo sin tener mucha idea. En contraste con el conocido síndrome del impostor (donde gente competente se infravalora), el “síndrome del cuñado” sería su opuesto perfecto: el incompetente orgulloso que se cree más capacitado que nadie.

Opinólogos de bar, WhatsApp y redes sociales

El fenómeno del cuñado se manifiesta tradicionalmente en conversaciones cotidianas: “Todos hemos visto a alguno en acción. El típico sabelotodo pontificando en voz alta sobre cualquier tema – ya sea política, economía, deporte o cambio climático – […] por debajo de toda esa vehemente verborrea, en realidad no tiene ni idea”. Estas personas opinan de todo sin complejo alguno, con frases hechas y convicciones férreas, aunque ignoren los detalles de cada asunto. Si en algún momento abordan un tema que tú dominas, enseguida notas la superficialidad de sus argumentos. De ahí que provoquen una mezcla de frustración y sorna en los demás.

En la era digital, esta figura del “cuñado sabelotodo” se ha multiplicado en las redes sociales, foros de internet e incluso grupos de WhatsApp familiares. La psicóloga Jennifer Delgado advierte que plataformas como Facebook o Twitter agravan el efecto mediante el fenómeno de la “cámara de eco”: cada uno se encierra en burbujas donde sólo escucha opiniones que refuerzan sus propias ideas, lo que impide que el ignorante llegue a cuestionarse nunca sus creencias. Así, lejos de corregirse con mayor información disponible, Internet ha aumentado mucho este efecto al facilitar la auto-reafirmación y la difusión acrítica de tópicos. En palabras de Delgado, “las redes sociales e internet nos encierran en burbujas de conocimiento”, alimentando una peligrosa confianza desinformada. No es de extrañar que en España se haya vuelto un lugar común hablar del cuñado de WhatsApp: ese familiar que reenvía cadenas y bulos en el grupo familiar con total convicción. Incluso la reconocida periodista Ana Pastor – dedicada a la verificación de noticias falsas – fue objeto de un irónico artículo satírico donde “lamenta que su proyecto de fact-checking no haya logrado evitar que su cuñado le siga mandando bulos por WhatsApp”, confesando que ella se volcó a desmentir informaciones pensando en las mentiras que día tras día le enviaba su cuñado por el móvil. Este tipo de anécdotas satíricas subrayan cómo ni los mejores datos frenan al típico cuñado digital.

Figura 1: Escena típica de barra de bar donde abundan conversaciones “de cuñado”. En la cultura popular española, se asocia al cuñado con el tertuliano improvisado del bar, que opina de fútbol, política o ciencia con la misma seguridad (y falta de base) con la que pide otra ronda.

El entorno del bar sigue siendo el hábitat clásico del cuñadismo, ahora extendido también al “bar virtual” de las redes. En tertulias de televisión y debates públicos es frecuente detectar ese tono cuñado: argumentos simplones, exagerados y llenos de certezas. Un ejemplo reciente lo dio el programa El Hormiguero con Arturo Pérez-Reverte de invitado, episodio que un medio describió mordazmente como “un festival del cuñadismo” televisado. Allí se oyeron las típicas generalizaciones de barra de bar – “todos los políticos son una pandilla de golfos”, “España se va al garete” – celebradas con aplausos. Es decir, el cuñado ha saltado del comedor y el chiringuito a las pantallas, convertido en un personaje ubicuo del discurso público.

Humor reciente y sátira del “cuñadismo”

Lejos de ser un tema únicamente “serio”, el síndrome del cuñado ha dado lugar a abundantes enfoques humorísticos en la cultura popular contemporánea. De hecho, gran parte de su fama se debe a la sátira y al costumbrismo irónico. En redes sociales han circulado hilos virales recopilando las mejores “frases de cuñao”. Por ejemplo, un popular hilo en X (antes Twitter) enumeraba expresiones exageradas que todos hemos escuchado alguna vez a ese cuñado sabelotodo. Algunas perlas rescatadas fueron: «Tú echa [la copa] hasta que te duela el brazo», «Ponme un jugo de uva, y si está fermentado mejor» o «Ponme otra, que esta se la ha bebido el niño», en referencia a pedir alcohol en el bar. Estas ocurrencias provocaron un aluvión de respuestas de usuarios compartiendo sus tópicos de cuñado favoritos, señal de lo reconocible (y risible) que resulta el personaje. Como explicaba El Español, “ser un cuñado” se ha convertido ya en “una expresión generacional” para referirse a “ese familiar que opina de temas de los que no tiene mucha idea, creando a la vez sentimiento odioso y humorístico”. Es un tipo social pintoresco que despierta incredulidad y risa a partes iguales.

Los medios satíricos han encontrado en esta figura un filón creativo. El Mundo Today, portal español de noticias humorísticas, ha parodiado recurrentemente al cuñado en distintos contextos. Un célebre artículo (presentado como noticia ficticia) narraba la historia de “tu cuñado Alfonso”, quien “empieza a ensayar su discurso político de cara a la cena de Nochebuena” con semanas de antelación. En clave irónica, describía cómo este personaje repasaba frente al espejo sus argumentos sobre la actualidad nacional, plagados de frases como “este país se va a la mierda porque hemos perdido el norte”, ajustando los mismos reproches de todos los años ahora contra nuevos objetivos (ese año, el partido emergente Podemos). La sátira retrata con acierto el ritual anual del cuñado de turno en Navidad: siempre la misma perorata inflexible, solo que aderezada con el tema caliente del momento, ya sea la política, el fútbol o la última teoría conspirativa. En la ficticia noticia se le ve incluso precaverse de antemano contra objeciones – “se prepara las réplicas” – e inmunizarse frente a argumentos contrarios buscando datos en Internet que confirmen su postura. La pieza remata de forma genial revelando qué alimentó sus convicciones recientes: “adoptó la tesis de que ‘los chavales estos nos llevarán a una dictadura’ porque le llegó al correo un YouTube que le sacó de dudas”. Esta frase, tan cotidiana en su absurdo, caricaturiza el proceso real de muchos cuñados digitales que abrazan un bulo de WhatsApp o un vídeo de YouTube como verdad irrefutable.

Otra joya del humor de El Mundo Today presentaba a la mencionada periodista Ana Pastor frustrada porque ni su plataforma de verificación había logrado disuadir a su cuñado de seguir enviando desinformación – “es más, ha ido a peor”, decía en broma. La gracia está en que todos reconocemos a ese cuñado cabezota al que ni los hechos contrastados logran callar. Incluso la Guardia Civil, en campañas contra bulos, ha utilizado el término cuñado en redes para advertir: “Da igual que te lo mande tu tía, tu primo o tu cuñado: las cadenas de WhatsApp pueden ser bulos”. En fin, el humor reciente – desde memes, viñetas hasta monólogos – ha elevado al cuñado a personaje de la idiosincrasia española contemporánea. Su mezcla de ignorancia y osadía resulta irresistible para la sátira. De hecho, se ha vuelto común escuchar en broma que “la ignorancia es atrevida” citando el dicho popular (y recordando la famosa máxima atribuida a Darwin: “la ignorancia genera más confianza que el conocimiento”).

Paralelismos literarios: del Quijote a nuestros días

Aunque el término sea moderno, la figura del ignorante engreído tiene precedentes claros en la literatura y la sátira españolas. Miguel de Cervantes, sin ir más lejos, ridiculizó con Don Quijote de la Mancha a un hidalgo cuyo exceso de confianza se basa en premisas completamente falsas. Don Quijote, en su delirio, “confundía molinos de viento con gigantes” y se lanzaba a combatirlos convencido de su verdad, en una parodia brillante de la creencia inamovible en las propias fantasías. Salvando las distancias, muchos han comparado esa ceguera quijotesca con la del cuñado moderno: ambos viven encerrados en su realidad, inmunes a la evidencia externa. La gran diferencia, claro está, es que la locura de Alonso Quijano provenía de leer demasiados libros de caballería, mientras que la del cuñado digital viene de leer demasiado Facebook – pero el choque tragicómico con la realidad está presente en ambos casos.

La literatura española posterior también ha explorado el tema del dogmatismo ignorante. Autores realistas como Benito Pérez Galdós retrataron a menudo personajes testarudos, presos de ideas fijas equivocadas. Pensemos en ciertos protagonistas de Galdós que se aferran a prejuicios o quimeras pese a la realidad adversa, encarnando una crítica a la falta de educación o al provincianismo intelectual de su época. En Miau o Doña Perfecta, por ejemplo, se satiriza la cerrazón mental y las opiniones absolutas de algunos personajes, rasgos muy cuñadiles avant la lettre. Miguel de Unamuno por su parte, en plena Generación del 98, reflexionó mucho sobre la ignorancia, el orgullo y el “casticismo”. Su famosa frase «¡Que inventen ellos!» – con la que criticaba el rechazo español a la ciencia extranjera – encierra ese orgullo ignorante de “no necesitamos aprender nada nuevo” que bien podría suscribir un cuñado en tertulia. Varios personajes unamunianos luchan entre la fe ciega y la razón, mostrando el daño de las convicciones incuestionables.

Incluso en el siglo XX, Camilo José Cela pintó en La colmena (1951) un desfile de tertulianos de café y gentes humildes de posguerra, muchos fanfarroneando saberes superficiales. Con su ácido humor, Cela dejaba entrever en diálogos triviales de café esa tendencia a opinar de oídas y pontificar de todo que hoy asociamos al cuñado. La tradición satírica española – desde los proverbiales “Juan Español” y “Paletos” de nuestros sainetes, hasta los esperpentos de Valle-Inclán – ha caricaturizado la estrechez de miras y el dogmatismo chusco de muchos personajes populares. En el fondo, el cuñado contemporáneo es heredero de todos esos tipos literarios que encarnan la atrevida ignorancia. Como señala un columnista, en España tenemos una “propensión a simplificar o estereotipar la realidad” muy arraigada, que los clásicos ya ridiculizaban.

Hoy, esa sátira del que “sabe de todo sin saber de nada” continúa viva y más relevante que nunca. Entender el síndrome del cuñado en clave cultural nos ofrece un espejo – entre cómico y crítico – donde ver reflejados nuestros propios sesgos. Y es que, en cierta medida, todos llevamos un pequeño cuñado dentro: esa vocecilla segura de sí misma que opina primero y verifica después (si es que lo hace). La diferencia está en saber reírnos de ella, tal como lo hacen las referencias culturales y literarias mencionadas, para no terminar combatiendo molinos de viento en cada conversación. Al final, un poco de humildad intelectual es el mejor antídoto contra el “cuñadismo” rampante que tanto abunda en WhatsApp, en la barra del bar y hasta en las páginas de nuestra literatura satírica más querida.

Referencias bibliográficas:

  • Adelaida de la Peña, La Vanguardia – «El ‘efecto Dunning-Kruger’, el ‘síndrome del cuñado’…» (04/09/2023)
  • Redacción Uppers / Telecinco – «El síndrome del cuñado o cuando crees que siempre llevas la razón» (24/09/2023)
  • El Periódico – «¿Te crees mejor de lo que eres? … tienes el síndrome del cuñado o Dunning-Kruger» (24/09/2023)
  • Cobee Team – «Efecto Dunning-Kruger» (Blog de RRHH, 12/12/2023)
  • E. Gómez, El Español – «El hilarante hilo con las mejores frases de ‘cuñao’…» (02/04/2024)
  • Tremending, Público – «Pérez-Reverte y Pablo Motos, cabezas de cartel del “Cuñafest”…» (30/11/2023)
  • El Mundo Today – «Tu cuñado Alfonso ensaya su discurso sobre Podemos…» (24/11/2014)
  • El Mundo Today – «Ana Pastor lamenta… que su cuñado le siga mandando bulos…» (28/12/2020)

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