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Limerencia: el lado oscuro del amor

RAO

En el torbellino emocional que con frecuencia asociamos con el enamoramiento, un fenómeno permanece tanto fascinante como inquietante: la limerencia. Este término, acuñado en la década de 1970 por la psicóloga Dorothy Tennov, describe un estado de intensa obsesión romántica que puede ser tan arrebatador como destructivo. Aunque a menudo se confunde con el amor apasionado, la limerencia se distingue por su naturaleza compulsiva, que puede llevar a quien la padece a experimentar un verdadero torbellino de emociones, donde el deseo de reciprocidad del ser amado se convierte en el eje central de su existencia.

La limerencia se caracteriza por una serie de síntomas intensos: pensamientos constantes sobre el objeto de afecto, una necesidad aguda de reciprocidad en los sentimientos, y una idealización a menudo irreal del otro. Estos síntomas se acompañan de una montaña rusa emocional — desde euforia cuando hay interacciones positivas con el objeto de afecto, hasta profunda desolación ante su indiferencia o rechazo. Lo que distingue a la limerencia del amor saludable es precisamente esta dependencia emocional extrema y la incapacidad de mantener un equilibrio emocional independiente del objeto amoroso.

El fenómeno de la limerencia no es solo un exceso de romanticismo o una fase intensa del enamoramiento, sino que puede ser una verdadera barrera para el desarrollo personal. En casos extremos, puede desencadenar comportamientos obsesivos y una disfunción significativa en la vida diaria del individuo afectado. Las personas en estado de limerencia pueden encontrarse descuidando otras relaciones, responsabilidades y hasta su propio bienestar en la búsqueda de signos de reciprocidad por parte de su amor platónico.

Desde una perspectiva psicológica, la limerencia puede ser vista como un mecanismo de escape, una manera de llenar vacíos emocionales o de huir de la insatisfacción personal. Este estado surge no solo por la presencia de una persona particularmente encantadora, sino por la predisposición del individuo a depender emocionalmente de otros. Aquí, la terapia puede jugar un rol crucial, ayudando a los afectados a entender y gestionar sus emociones, a reforzar su autoestima y a establecer relaciones más saludables.

Socialmente, la limerencia plantea un desafío en cómo concebimos y hablamos del amor. En una cultura que idealiza la pasión desenfrenada y el amor «a primera vista», es esencial educar sobre la diferencia entre el amor saludable y la obsesión. Este reconocimiento no solo es vital para la salud emocional de los individuos, sino para la construcción de relaciones duraderas y significativas.

Aunque la limerencia puede ser vista por algunos como el pico más alto del romance, es esencial entenderla como lo que realmente es: una forma potencialmente peligrosa de obsesión. Reconocer y tratar la limerencia no solo es un paso hacia la salud emocional, sino también hacia relaciones más maduras y equilibradas. El desafío está en equilibrar nuestras narrativas románticas con la realidad del amor saludable, un amor que enriquece y no que consume.

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